Fuego y desempleo: la tragedia evitable que revela la necesidad de actuar en Chile

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A través de esta columna de opinión, nuestro director Raúl Abarca Pailamilla, cuestiona la capacidad de las autoridades para gestionar el capital humano y así prevenir este tipo de catástrofes.

Hoy la Región de Valparaíso y el mundo entero es testigo de una catástrofe sin precedentes, un megaincendio que ha dejado tras de sí la desolación y la pérdida de vidas humanas, recordándonos la fragilidad de nuestra existencia frente a la furia descontrolada de la naturaleza. Este trágico suceso, comparable en magnitud al terremoto del 2010, plantea interrogantes incómodos sobre nuestra capacidad como sociedad para prevenir y gestionar emergencias de este tipo.

Los expertos en prevención de riesgos nos recuerdan constantemente que toda tragedia es evitable, y en este caso, la pregunta se torna ineludible: ¿Por qué Chile no aprovecha el capital humano especializado en la prevención para evitar estos hechos recurrentes? La respuesta se torna aún más apremiante cuando consideramos que cientos de prevencionistas de riesgos se encuentran desempleados, esperando ser llamados para poner al servicio de la nación sus conocimientos y experiencia.

Los expertos en prevención de riesgos nos recuerdan constantemente que toda tragedia es evitable

En la actualidad, cada dos años aproximadamente, observamos cómo los incendios devastan nuestros bosques, destruyen viviendas y, lamentablemente, cobran vidas humanas y animales. La frustrante repetición de este patrón, que también ha tenido a la provincia de San Antonio como protagonista, debería hacernos reflexionar sobre la necesidad urgente de aprovechar a los profesionales de la prevención. ¿Por qué no se les contrata para diseñar y ejecutar planes que nos ayuden a prevenir estos desastres, que, sin duda, tienen un origen humano?

La magnitud de la tragedia en la comuna de Viña del Mar y Quilpué es desgarradora: más de 31,000 personas damnificadas, proyecciones que indican cerca de 15,000 viviendas afectadas y, lo más doloroso, 112 vidas perdidas, hacen de este incendio el más mortal de la historia de nuestro país. Estos números no solo deberían impulsarnos a la acción inmediata sino también a replantearnos nuestra actitud como sociedad frente a la prevención.

La situación actual guarda similitudes con otra crisis que afecta silenciosamente a nuestro país: la pandemia de la obesidad. Niños, estudiantes y adultos sufren las consecuencias de un problema que, de abordarse adecuadamente, podría mejorar la calidad de vida y las expectativas de nuestra población. Paralelamente, cientos de profesionales de la nutrición se encuentran desocupados, esperando ser llamados a contribuir a solucionar esta problemática de salud pública.

La situación actual guarda similitudes con otra crisis que afecta silenciosamente a nuestro país: la pandemia de la obesidad

Chile tiene el talento humano necesario para enfrentar estos desafíos; sin embargo, parece que no estamos dispuestos a capitalizarlo. Es tiempo de dejar de lamentarnos después de cada tragedia y empezar a actuar de manera preventiva. La contratación y el empoderamiento de los profesionales de la prevención no solo son una inversión en la seguridad y bienestar de la sociedad, sino también una muestra de responsabilidad hacia las generaciones futuras. La pregunta no es si podemos evitar estas tragedias, sino si estamos dispuestos a hacerlo. La respuesta, hasta ahora, sigue siendo esquiva.


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