Hígado graso: cómo ayudar a combatir esta enfermedad desde la alimentación

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Esta afección silenciosa está relacionada con pacientes con sobrepeso, diabetes y con alto niveles de colesterol.

  • ¿Qué es el hígado graso?

Una mala alimentación, exceso de bebidas alcohólicas y una vida sedentaria, puede afectar a nuestro hígado. Un órgano importantísimo que ayuda a digerir los alimentos, almacena energía y elimina toxinas del organismo. No es fácil darnos cuenta cuando nuestro hígado está en mal estado, ya que generalmente no presenta síntomas. Es una enfermedad silenciosa.

Se suele conocer el estado del hígado mediante analíticas convencionales, las cuales incluyen indicadores hepáticos que muestran si existen alteraciones enzimáticas y, en ocasiones, puede ser necesaria una ecografía para detectar enfermedades como el hígado graso, que suele ser asintomática.

  • ¿En qué afecta a las personas?

En la esteatosis hepática o hígado graso no alcohólico existe inflamación, daños y grasa en las células del hígado. La inflamación y el daño de las células pueden provocar fibrosis o cicatrización del hígado. La esteatosis puede causar cirrosis o cáncer a este órgano. El sobrepeso y la obesidad, la resistencia a la insulina, diabetes tipo 2, síndrome metabólico y concentraciones anormales de grasas en la sangre (triglicéridos) son factores de riesgo para provocar un hígado graso.

  • ¿Cuál es el tratamiento desde la nutrición?

La reducción de peso, una dieta balanceada alta en fibras, sin grasas saturadas ni alcohol y reducida en hidratos de carbono simples y procesados, ayudan a controlar el hígado graso cuando ya está diagnosticado. El ejercicio físico, por al menos 20 minutos diarios,  también es parte del tratamiento.

Incluir la fibra dietética, que encontramos en cereales integrales (arroz integral, pastas integrales, avena, pan integral), frutas y verduras dentro de la alimentación habitual es lo recomendado, además de su aporte de saciedad ayudaría al tratamiento del sobrepeso y obesidad.

Preferir alimentos saludables ayuda a combatir esta enfermedad.

Por el contrario, los hidratos de carbono simples -que encontramos en azúcar, fructosa, miel, mermelada, productos de pastelería, helados, bebidas gaseosas y en general todos aquellos productos que contengan azúcar entre sus ingredientes- producen un rápido incremento de la glicemia que trae como consecuencia una mayor liberación de insulina por parte del páncreas que favorecerá el depósito de mayores cantidades de grasa en el hígado, lo que agravará esta enfermedad.

Disminuir el consumo de las grasas saturadas como, mantequilla, lácteos enteros, quesos maduros, embutidos, fiambres y cortes de carnes grasos (lomo vetado, costillar de cerdo, cordero, chorizos). Está claramente establecido que dietas con un elevado aporte de grasas saturadas aumentan el depósito de grasas en el hígado. Cambiarlas por aceite de canola, frutos secos, palta es lo recomendado.

POR JESSICA QUIROZ RÍOS, NUTRICIONISTA. Atiende en Centro Médico Dúo Salud, San Antonio. +56975699649


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