Trabajar en el hospital de San Antonio en tiempos de pandemia (parte 1)

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Esta es la primera entrega de una serie de 3 reportajes que recoge los testimonios de los funcionarios de la salud en medio de la crisis que desató el covid. Este es el relato de Sebastián Martínez, técnico en enfermería.

Dice con la convicción que lo caracteriza que no le gusta que a los trabajadores de la salud los llamen la “primera línea” en la lucha contra el covid-19. Le gustaría que en vez de andar poniéndole apelativos a los funcionarios de los hospitales la gente se cuidara, tomara las precauciones necesarias y no llegara al Servicio Medicina Covid, donde trabaja desde que se desastó la pandemia en la provincia.

Sebastián Martínez Barahona (29 años cumplidos el pasado 1 de junio en medio de un exigente turno) trabaja en el hospital Claudio Vicuña desde 2014, pero ese año se tomó un recreo para formar parte del cuerpo técnico de San Antonio Unido en la histórica campaña que luchó el ascenso hasta la última fecha y que perdió con Puerto Montt en el sur.

Volvió al centro asistencial en 2016 y desde esa fecha no ha abandonado sus funciones que ahora tienen otra trascendencia en medio de la pandemia de covid-19.

Este técnico en enfermería del cerro Bellavista trabaja en esta sección especializada que se implementó por la contingencia que “es como una intermedia un poco más chica y que tiene un manejo más avanzado al que estamos acostumbrados”, explica. El hospital de San Antonio depende del Carlos van Buren de Valparaíso y los pacientes más críticos se derivan al veccino puerto.

En San Antonio no se cuenta con una gran cantidad de ventiladores ni de los insumos necesarios para dar la pelea contra el virus. Solo espera que el sistema de salud no colapse y se vean enfrentados al llamado “dilema de la última cama”, elegir a qué paciente salvar.

“Es súper complejo y lo veíamos lejano cuando pasaba en otras partes, pero existe una saturación a nivel país y en San Antonio no vamos a quedar ajenos eso. Esperemos que se retrase lo más posible y que no sea necesario llegar a eso”, pide con la misma convicción del comienzo.

Turno de 24 horas

En el servicio donde trabaja Sebastián Martínez realizan turnos de 24 horas y luego descansan 3 días. Asegura que este sistema le acomoda en lo personal y en lo profesional, porque “nos podemos organizar bien para atender a nuestros pacientes cómo están, porque los que tienen covid son súper inestables. Es como una montaña rusa, puedes estar bien y a la media hora están mal”.

Eso es lo que más complica a los equipos médicos, el comportamiento impredecible en las personas. “No tenemos cómo decir si un paciente va a salir bien o mal”, plantea con la experiencia de más de tres meses de lucha.

Afirma que el coronavirus puede atacar a cualquier persona, sin importar la edad. “Esta enfermedad no discrimina por edad, o si eres hombre o mujer, si eres profesional o una dueña de casa, un joven o un abuelo. He tenido pacientes de 30 años que nos ha costado mucho manejarlos”.

Cuando el servicio está al tope de su capacidad unos 40 pacientes son atendidos por el equipo médico que incluye médicos, enfermeras y técnicos en enfermería.

“Es agotador ir a trabajar sin saber hasta cuándo va a estar esto, no ves una salida.  No sabemos hasta cuándo va a durar, la incertidumbre cansa un poco”, admite Sebastián.

-¿Cómo terminas después de un turno de 24 horas?

-Es agotador, aparte que el lavado de manos es complicado, los primeros días y hasta ahora es difícil porque se parten las manos y aunque estas con guantes, duelen. Las mascarillas te quedan marcadas en la cara. A veces puedes estar en un procedimiento 4 horas o 4 horas y media y con el traje, la pechera, la mascarilla, con todos los implementos que tenemos que usar da mucho calor, traspiras mucho, el escudo se empaña, no te puedes salir, no te puedes acomodar la mascarilla, porque no te puedes tocar, porque es un riesgo.  Lo único que queda es aguantar hasta terminar.

Brote

Después que se reportaron los primeros casos en el hospital de San Antonio se desató un brote de la enfermedad. Según un informe del Colegio Médico de Valparaíso 199 funcionarios se contagiaron en el hospital local.

-¿Es difícil ir a trabajar pensando en que te puedes contagiar?

-Qué bueno que me haces esa pregunta, porque hace un par de meses atrás uno veía en las noticias que algunos funcionarios de la salud eran discriminados por sus vecinos o por la gente. Varios compañeros tenían miedo, pero estamos en un medio que es controlado, donde sabemos cómo actuar. Entonces que nos vengan a discriminar es negativo. Uno se puede contagiar afuera del hospital o fuera de la sala del paciente, no sabes si están contaminadas las áreas comunes. Existe un temor, pero he sido valiente, incluso me ofrecí para trabajar en la urgencia respiratoria.

-¿Por qué?

-Creo que me funcionó bien, porque algunos colegas se han contaminado en espacios donde no había pacientes covid. No sé, por ejemplo atendieron a alguien por un infarto y esa persona estaba contagiada y se enfermaron. Creo que así se empezaron a contagiar los colegas. Pensé que si me iba a un lugar donde está más controlada la enfermedad y se empleas los elementos de seguridad, puedes cumplir con tu trabajo.

-¿Cómo se cuidaban cuando apareció el brote?

-La dirección del hospital tomó varias medidas los funcionarios que estamos en servicios contaminados no podemos bajar al comedor a almorzar porque estamos con uniforme clínico y podríamos contagiar a los otros colegas. Nos llevan el almuerzo a la sala y almorzamos en el tiempo que tengamos. A veces no da le tiempo o nos terminamos comiendo las cosas heladas, porque comes rápido y vuelves a trabajar rápido, porque los pacientes son inestables.

Compromiso

Aunque los sanantoninos no se dan cuenta, la ciudad conserva un carácter pueblerino, casi todos se conocen o al menos se ubican y eso lleva a los funcionarios de la salud local a luchar con más ahínco por salvar las vidas de los pacientes.

Sebastián Martínez admite que a veces las fuerzas flaquean y en ese momento “lo único que pienso es que soy de acá. Uno aprende hartas cosas, y quiero ayudar a la gente de San Antonio, a los de mi barrio, que son iguales que yo, somos una comunidad. Pienso que lo están pasando mal, por el bicho, por sus familias, porque están solos, ya que no hay visitas, no pueden hacer sus cosas, entonces hay que darle y la única forma de recuperar a esa gente es haciendo las cosas bien.

-¿Atendiste a alguien conocido en este tiempo?

-Sí, pero he tratado de no equivocarme, no porque sea un conocido le voy a dar mejor atención, tiene que ser igual para todos.

-Pero existe un sentimiento por la persona…

-Claro, pero prefiero atenderlos a todos bien, de la misma forma, explicarles bien, están en un lugar complicado. En esta situación he hablado mucho con los pacientes en el poco tiempo que queda, para apoyarlos, explicarles, orientarlos, darles ánimo. Les sirve mucho.

-¿Ellos están aislados, sin contacto con sus familias?

-No ven a nadie, solo a nosotros. Algunos que son más jóvenes, hacen videollamadas, pero los adultos mayores no, no tienen contacto con sus familiares, tienen dudas. Uno tiene que tratar de hacer lo mejor posible.

 Da la impresión que Sebastián Martínez trata de mantenerse incólume ante el drama que viven los pacientes.

-¿En estos casi  100 días de pandemia se ha sentido sobrepasado emocionalmente?

-Hasta el momento me he mantenido firme. Creo que me tengo que mantener sano emocionalmente y ser precavido. Trato de no perder eso, para que no bajen mis defensas, porque estamos expuestos al virus. En un caso con una paciente, que tenía otras patologías, un cáncer terminal después estaba contagiada, quería salir adelante. Cuando se complicó y la tuvimos que trasladar, me acordé de cosas familiares, mi pareja también tuvo un tema médico hace poco, cuando me habló, me acodé de ella y ahí me quebré un poco. Esa vez me costó manejar lo emocional dentro del trabajo.

Una cosa es trabajar en el hospital y la otra volver a la casa. Su pareja es enfermera en el Claudio Vicuña y tienen un pequeñito de 10 meses, Cristóbal. Sebastián tiene otro hijo Cristóbal de 4 años.

Cuando llega a su casa de Bellavista inicia un largo ritual para evitar la posibilidad de un contagio en su hogar. “Algunos colegas no ven a sus hijos hace meses. En mi caso me autoevalúo, si tengo dolor de cabeza o si me  duele el cuerpo. Varias veces he pensado que estoy contagiado”

“No creo que exista un funcionario que no haya pensado que está contagiado. Todos estamos con eso, no sé si es miedo, pero con la idea de que nos vamos a enfermar”.

-¿Como se vive pensando que te puedes contagiar?

-Siempre estás pendiente, si tocaste algo que te podría contaminar, entonces lo que hacemos es un trabajo en equipo entre los colegas. Si uno tiene una duda, el otro colega te ayuda, así nos sentimos más seguro.

Hace un mes Sebastián presentó síntomas de la enfermedad y le hicieron la PCR. “Esperé cuatro días, casi me vuelvo loco, quería volver a trabajar. Al final dio negativo” y ahí está de vuelta dando la pelea contra una amenaza invisible.


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